¿Cómo impacta la tecnología en el aprendizaje de los estudiantes? Algunos educadores de educación superior ven la tecnología como una distracción en el aula. Incluso si no prohíben el uso de teléfonos móviles o redes sociales durante la clase, pueden ver a regañadientes que la tecnología es un poco más que un mal necesario.
Pero en lugar de simplemente «tolerarlo», los instructores pueden aprovechar el poder de los dispositivos, aplicaciones y herramientas digitales para aumentar el compromiso, fomentar la colaboración, impulsar la innovación y mejorar el aprendizaje de los estudiantes.
En sí misma, la tecnología educativa no da como resultado una enseñanza y un aprendizaje efectivos. Todavía requiere una guía (el educador) y un propósito (relacionado con el plan de estudios). Y requiere cierto esfuerzo y estrategias para integrarlo de manera efectiva en el material del curso. Pero, si se usa con intención, la tecnología puede transformarse de una distracción a una herramienta de enseñanza efectiva.
Aquí hay algunas respuestas a la pregunta de cómo la tecnología impacta el aprendizaje de los estudiantes y las razones por las cuales los educadores deberían aprovechar al máximo la tecnología dentro y fuera del aula.
La tecnología permite un mejor acceso a los recursos.
Con una conexión a Internet, tenemos acceso a la información a nuestro alcance las 24 horas del día. Podemos encontrar casi cualquier cosa en línea, en su versión más actualizada. Para los estudiantes, esto significa acceso a todo, desde materiales de investigación y aplicaciones educativas hasta entretenimiento educativo interactivo y recursos abiertos de prestigiosas universidades de todo el mundo. Sin embargo, es posible que necesiten instrucciones sobre cómo encontrar recursos creíbles y dirección para proporcionar una atribución adecuada cuando los usan.
Los estudiantes también pueden complementar su aprendizaje conectándose con grupos en línea y comunidades virtuales en tiempo real, o colaborando en proyectos grupales con herramientas como wikis y aplicaciones basadas en la nube. Y los instructores pueden proporcionar acceso al material del curso (y recursos adicionales) mediante la creación de portales a través de sistemas de gestión de aprendizaje o proporcionando acceso a software específico del curso para cada alumno. El aprendizaje combinado, una mezcla de tecnología en el aula y aprendizaje presencial, es una forma popular de organizar esto.
La tecnología puede mejorar la participación de los estudiantes.
La tecnología educativa puede hacer que el aprendizaje sea más interactivo y colaborativo, y esto puede ayudar a los estudiantes a participar mejor con el material del curso. En lugar de memorizar hechos, aprenden haciendo. Esto podría ser tan simple como tomar una prueba interactiva en clase o participar en discusiones grupales con tecnología o participar en juegos educativos, practicar experimentos científicos en un laboratorio virtual o hacer una excursión virtual.
Pero para que sea realmente atractivo, debe ser realmente interactivo. Hacer matemáticas en una computadora no es diferente a hacer matemáticas con un lápiz y un bloc de papel. Pero usar la realidad aumentada para animar los desafíos matemáticos es un juego de pelota completamente diferente. Para algunos estudiantes, la interactividad proporciona una mejor experiencia de aprendizaje.
En un aula tradicional, los estudiantes que tenían dificultades para aprender nuevos conceptos se quedarían atrás de sus compañeros. Sin embargo, con las tareas en línea, los estudiantes pueden avanzar a su propio ritmo. Aquellos que necesitan más tiempo o ayuda adicional pueden practicar fuera de clase con ejercicios guiados o cursos adicionales. Así, también, pueden los estudiantes que desean un mayor desafío.
Gracias a la naturaleza siempre activa de la tecnología, los estudiantes pueden acceder a los recursos en línea siempre que lo necesiten, y los instructores pueden ver qué estudiantes pueden necesitar ayuda adicional. El ejercicio del aprendizaje a su propio ritmo también ayuda a los estudiantes a aprender alfabetización digital y habilidades del siglo XXI, que serán útiles cuando ingresen a la fuerza laboral.
La tecnología cambia la forma en que accedemos a la información, pero también cómo nos enseñan esa información. El instructor se convierte menos en un ‘sabio en el escenario’ y más en una ‘guía al costado’. Desde acceder a los materiales del curso en línea hasta ver conferencias grabadas en video, la tecnología abre la posibilidad de enseñar innovación: desde el trabajo en grupo colaborativo hasta aulas invertidas e híbridas. Los instructores también pueden usar los sistemas de respuesta del aula para evaluar la comprensión de los estudiantes sobre el material del curso y ajustar el ritmo o el contenido según sea necesario en tiempo real.